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         ISSN 2792-5110

HABLA DE ARTE®

Terror canino: de «Good Boy» a «Agallas, el perro cobarde»


Carteles promocionales de la serie «Agallas, el perro cobarde» y de la película «Good Boy»


¿Alguna vez has visto a tu perro ladrar a la nada y te has preguntado qué está viendo realmente? Good Boy, la película de Ben Leonberg, y Agallas, el perro cobarde, el clásico de Cartoon Network, comparten una idea fascinante: explorar el miedo desde la mirada de un animal. A través de sus ojos, lo cotidiano se convierte en una amenaza, y lo sobrenatural, en una extensión de la soledad y el instinto protector. Este artículo analiza cómo ambas obras logran —cada una a su manera— que el terror se vuelva más íntimo, emotivo y, sobre todo, profundamente humano.


Todos los que tenéis o habéis tenido perro en algún momento: ¿os habéis preguntado por qué se queda ladrando a la nada o se queda mirando a una esquina extraña? Hemos hecho una película solo hablando de esto. Estamos encantados de proyectarla aquí, mi mujer es la productora e Indy, la estrella de la película, es nuestro perro. Hemos hecho esta película después de un largo periodo de tiempo, como un proyecto familiar. Indy por desgracia no puede estar aquí pero también estaría encantado de que todos hayáis venido a ver esta película en la que, sin saberlo, participó.

El pasado 13 de octubre, Ben Leonberg presentó Good Boy en un preestreno celebrado en el Cine Paz de Madrid, tras su estreno mundial en el Festival de Sitges.


Ben Leonberg en la presentación de Good Boy
Ben Leonberg en la presentación de Good Boy

La película sigue a Indy, un perro que se muda a una casa rural con su dueño, que padece problemas de salud. Allí descubre fuerzas sobrenaturales que acechan a su humano desde las oscuras esquinas de la vieja casa del abuelo. El hallazgo cinematográfico de la película es que está rodada completamente desde la perspectiva del perro. Esto no es solo una decisión tonal y narrativa sino que supuso una valiente decisión en cuanto al complejo rodaje, pues es bien sabido lo complicado que es rodar con animales. En el preestreno, Ben Leonberg tras ser preguntado cuál fue el entrenamiento por el que tuvo que pasar el perro para la película, explicó que Indy no entrenó para adaptarse al rodaje, sino que el rodaje se adaptó al perro. Teniendo en cuenta que era una producción independiente decidieron tomar la decisión de tardar lo necesario con tal de que el perro se encontrase cómodo y pudieran cooperar con él, lo cual supuso que para rodar primeros planos del perro, o planos de seguimiento del mismo, tardasen desde días hasta incluso semanas. Sin embargo, según menciona Leonberg, Indy fue un buen chico, siendo bastante colaborativo a pesar de, quizás, no entender lo que estaba haciendo.


Indy en el rodaje de Good Boy
Indy en el rodaje de Good Boy

Bien es cierto que es la primera vez en la historia del cine en que se le da, a una película de terror en acción real, el punto de vista narrativo a una mascota doméstica. Sin embargo, en los últimos años, hay un crecimiento de los roles en la ficción de mascotas.


Messi, es un Border Collie de ocho años que formó parte del elenco de la película Anatomía de una Caída, película ganó el premio Oscar a mejor guion original en su 96ª edición, además de numerosos otros premios incluyendo el Goya a la mejor película europea. Puede que quizás este can allanó el terreno para que otros perros como Indy pudieran buscar ese tirón mediático. Messi interpretaba a Snoop, el compañero canino y casi perro guía para Daniel, el hijo de la pareja protagonista. La clave de su éxito fué cuando cae enfermo y convenciendo a todos los espectadores de que está inconsciente, lo cual requirió dos meses de preparación. Messi fue premiado por el Palm Dog en Cannes, haciendo que cobrase una relevancia internacional importante.


Otros perros influyentes de los últimos tiempos en el cine es Krypto, el perro “adoptivo” de Kal-El en Superman, de James Gunn, que este verano ha cautivado a la audiencia con su energía rebelde. Este perro, pese a que está generado por CGI, el modelo está basado en Ozu (llamado así por Yasujirō Ozu), el perro de James Gunn.

 

Este año, Sirât ha generado polémica, entre otras cosas (su catetismo ideológico, no sabiendo identificar estratégicamente el Sáhara Occidental, por ejemplo) por su retrato de los personajes caninos. Lisa, la perra española que interpreta a Pipa, se alzó con el Palm Dog 2025 de Cannes por su papel en la película dirigida por Oliver Laxe y protagonizada por Sergi López, que narra un viaje físico y espiritual a través del desierto —y de raves— en busca de una hija desaparecida. Sin embargo, el destino del animal en pantalla resulta especialmente cruel: Pipa es obligada a comer heces de ravero contaminadas con LSD, además de terminar de forma trágica. Una decisión discutible por parte de Laxe, que parece recurrir al sufrimiento del animal como un atajo emocional para conmover al espectador sensible, en lugar de explorar la violencia y la pérdida con los recursos simbólicos o poéticos del lenguaje audiovisual, deja bastante que desear.


La lista de perros en la historia del cine podría ser interminable: desde el husky de La Cosa de John Carpenter hasta el protagonista de Air Bud. Una línea de investigación particularmente interesante sería analizar cómo el punto de vista narrativo desde un perro —en lugar de un humano— se manifiesta en Flush, de Virginia Woolf. Woolf relató la historia del perro de Elizabeth Barrett, recreando una época tan imponente como la victoriana, y logró con ello una de las obras más delicadas y sugerentes de la literatura contemporánea. (Ahí lo dejo compañeras, para quien quiera continuar a partir de aquí.)


Composición con imágenes de los protagonistas perrunos
Composición con imágenes de los protagonistas perrunos

Pero en quien quiero detenerme —y en quien Good Boy parece encontrar un eco directo e incluso un homenaje— es en Agallas, el perro cobarde. La serie de animación de Cartoon Network, es considerada a día de hoy como un clásico imprescindible, que combina con maestría el terror psicológico y la comedia. Su protagonista, Agallas, fue abandonado siendo un cachorro y recogido por Muriel, su dueña, que vive con su marido en el centro de Quimismo. Sin embargo, el desasosiego de lo paranormal invade constantemente ese lugar, obligando a Agallas a salvar una y otra vez su nuevo hogar.


En cuanto a la presentación de ambos personajes, Good Boy comienza mostrándonos la historia de Indy desde cachorro, permitiéndonos acompañar su crecimiento y empatizar con su figura enternecedora. En el caso de Agallas, el perro cobarde, al margen del opening que resume su origen, se recrea en el episodio titulado “Recuerdos del pasado”, que incluye también flashbacks que amplían su historia y revelan cómo un veterinario malvado envió a sus padres al espacio exterior, dejándolo abandonado cuando aún era un cachorro.


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En cuanto a la trama, es prácticamente idéntica, ya que al igual que Agallas, Indy es un animal condenado a enfrentarse solo a lo sobrenatural para defender a su familia y a su hogar, teniendo una sensibilidad y un sentido que le permite percibir cuando algo va mal o no. La diferencia erradica en el talón de Aquiles de Good Boy: el tratamiento del terror.


Agallas, el perro cobarde se enfrenta a un reto descomunal: crear una serie de terror sin recurrir a la violencia explícita, ya que forma parte de un producto dirigido al público infantil. Paradójicamente, las limitaciones creativas se convirtieron en su mayor virtud. La imposibilidad de mostrar ciertas cosas obligó a los creadores a desarrollar una imaginación visual y una narrativa extraordinaria, teniendo en cuenta además el formato capitular de 10 minutos. Hizo que el terror que provoca la serie fuera universal, evocando el miedo no a través de lo gráfico, sino de los entornos, el contexto, la atmósfera turbia, la música, el diseño de los personajes y el guion.


Además, Agallas se distancia de Good Boy en la forma en que resuelve sus conflictos: al ser una serie animada, puede permitirse licencias imposibles en un marco realista. El protagonista, pese a ser un perro, siempre acaba encontrando —por H o por B— los medios necesarios para salvar a su familia: ya sea usando el ordenador o sacando herramientas de la nada, recurriendo a la conocida toonforce, ese poder propio de los dibujos animados que subvierte toda lógica física por conveniencia de la trama. Quizás el aspecto más fascinante de Agallas sea su capacidad para explorar una amplia gama de horrores —desde lo grotesco hasta lo psicológico— y conseguir que los niños sintieran miedo. Muchas de las emociones que generó permanecen vivas en varias generaciones; resulta difícil no sentirse, al menos, incómodo o tenso ante la abrumadora sensación de inquietud que desprende (y eso que yo la revisito todos los años por estas fechas, como tradición de Halloween). En un panorama en el que los programas infantiles cada vez escasean más y rara vez buscan provocar emociones intensas, resulta estimulante ver cómo una serie tan surrealista e inquietante consiguió marcar un hito casi imbatible ya que ahora no se hacen series así —Dios mío, me estoy volviendo viejo—.

 

Sin embargo, en el caso de Good Boy, el terror no termina de funcionar, en gran medida –creo– por la benevolencia del creador hacia el animal protagonista, que además es su propia mascota. Si bien el montaje, la banda sonora y la dirección operan como mecanismos de artificio que logran que el film mantenga cierto pulso narrativo y permitan al espectador identificarse con Indy y sufrir por él, la incertidumbre generada por la presencia extraña en la casa nunca llega a transformarse en un miedo genuino hasta más o menos el final.


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A lo largo de la película, el terror se reduce a una sucesión de momentos en los que Indy observa algo con extrañeza, la música incrementa la tensión y, finalmente, no ocurre nada. Salvo en un par de escenas puntuales en las que sí logra provocar algún susto, el film no consigue sostener una atmósfera verdaderamente inquietante. Me fastidia, porque la idea y el concepto de la película me parecen muy interesantes; sin embargo, creo que un tono más desbordado, más “pasado de rosca” en lo turbio —quizá más cercano al tono de Ari Aster— habría llevado la propuesta hacia un territorio de extrañamiento más profundo y visceral, capaz de tensar mucho más al espectador, que de esta forma, que lo reduce a lo anecdótico.


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Donde la animación de Agallas sobrevive al terror confrontándolo con humor y absurdez, Good Boy busca recrearlo de la forma más realista posible –dentro de los márgenes del género –. No convierte al protagonista en una criatura fantástica ni todo poderosa, sino más en una realidad mundana, sin a penas margen de realizar muchas acciones –aunque alguna concesión si le da el guion–.


Quizás, al final, Good Boy es un “ver la pata en el ojo ajeno”: reconocer un referente en el terror en otros medios, pero no ser capaz de abordarlo de una forma arriesgada. Aun así, no puedo dejar de aplaudir propuestas así de ingeniosas. Y si además incluyen perros, eso siempre es un punto a favor.


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FICHAS TÉCNICAS

Título original: Good Boy Año: 2025 Duración: 72 min. País: Estados Unidos Dirección: Ben Leonberg Guion: Alex Cannon, Ben Leonberg Música: Sam Boase-Miller Dirección de fotografía: Ben Leonberg Compañías: What's Wrong With Your Dog Género: Terror/ Thriller Estreno: 17 de octubre de 2025

 

Título original: Courage the Cowardly Dog Año: 1999 Duración: 4 temporadas País: Estados Unidos Dirección: John Dilworth (Creador) Guion: David Steven Cohen, John Dilworth, William Hohauser, Irv Bauer… Música: Andy Ezrin, Jody Gray Compañías: Stretch Films Studios, Cartoon Network Género: Animación. Comedia. Terror | Sobrenatural


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