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         ISSN 2792-5110

HABLA DE ARTE®

Disintegration Loop: el 11-S en pleno 11-S

Portada del primero de los 4 álbumes que integran The Disintegration Loops
Portada del primero de los 4 álbumes que integran The Disintegration Loops

Es bastante curiosa la escasez de obras cinematográficas relevantes ambientadas en sucesos históricos ocurridos durante el siglo XXI.


En los 25 años que llevamos ya, son numerosos los acontecimientos históricos ‘subrayados en negrita’ que hemos vivido. Las guerras de Irak y Afganistán, la peor crisis financiera global desde el crack del 29, la Primavera Árabe, el Brexit, el recrudecimiento del genocidio palestino a manos de Israel… y todo ello pasando nada más y nada menos que por una pandemia a nivel global, con su correspondiente confinamiento, así como la primera guerra librada en suelo europeo desde 1945 -siempre y cuando exceptuemos, claro está, las guerras yugoslavas-.


En estos momentos, el Estado genocida israelí continúa masacrando Gaza con total impunidad
En estos momentos, el Estado genocida israelí continúa masacrando Gaza con total impunidad

No obstante, al menos hasta el año 2020, existía bastante consenso respecto al evento más relevante y representativo, el que más y mejor sintetizaba la historia del siglo XXI. El que mayor impacto mediático, emocional y geopolítico supuso. Estoy hablando del 11-S.


El ataque terrorista perpetrado por Al Qaeda es, sin lugar a dudas, el mayor trauma a nivel nacional que ha vivido EEUU, como mínimo, desde el bombardeo de Pearl Harbor en 1941. Y aun teniendo semejante estatus, habiéndose producido en el mismo epicentro de la principal potencia cinematográfica mundial, cuesta encontrar obras que hayan trascendido mínimamente, que hayan conseguido eludir las dos vías habituales de tratar la materia: la de la banal pirotecnia hollywoodiense o la de la abyecta pornografía emocional.


El 11-S, probablemente el acontecimiento histórico más relevante del siglo
El 11-S, probablemente el acontecimiento histórico más relevante del siglo

Sin embargo, sí que pienso que ha habido al menos una obra cinematográfica capaz de mantenerse al margen de ambas vertientes… a pesar de que el autor de la obra en cuestión ni siquiera fuese un cineasta, sino un músico. Hablo de William Basinski.


Como decía, Basinski no es una persona que tenga especial relación con el cine, dado que no es su ámbito artístico principal. De hecho, es un artista que probablemente jamás habría incurrido en este terreno de no ser por una casualidad absolutamente circunstancial.


William Basinski. Un gran músico que solo ha sido cineasta por un día
William Basinski. Un gran músico que solo ha sido cineasta por un día

Basinski es un compositor estadounidense, de carácter bastante experimental, muy influenciado desde joven por grandes referentes del ambient, como Brian Eno, o del minimalismo, como Steve Reich, que ha logrado alcanzar cierto renombre a pesar de la densidad y relativa inaccesibilidad de su obra musical.  


Aupado por las influencias de músicos como los mencionados, Basinski comenzó a hacer música en la década de los 80 de forma muy amateur, grabando sus composiciones en cinta magnética. Durante años, estas cintas quedaron completamente en el olvido, sin que siquiera el propio Basinski les prestase demasiada atención.


En agosto del año 2001, Basinski decidió recuperar las piezas que había grabado casi 20 años atrás, iniciando el proceso de digitalización de las cintas. Al comenzar, descubrió que estas habían sufrido una notable degradación física: cada vez que pasaba la cinta por el cabezal del reproductor, esta se desintegraba un poco más.


A pesar de este aparente percance, Basinski vio esto como una oportunidad para otorgar una dimensión diferente a su composición, por lo que decidió grabar el proceso de desintegración en tiempo real, confiriéndole así un aura más nostálgica y de hermosa decadencia a las piezas. De esta forma, cuando escuchamos la serie The Disintegration Loops, lo que oímos es la repetición de un fragmento melódico simple que, poco a poco, va erosionándose, distorsionándose, desvaneciéndose… hasta que casi no queda nada.


Esta extraordinaria serendipia no es el único hallazgo fortuito que le depararía a Basinski durante el proceso de digitalización de las cintas, pues de hecho el más inimaginable estaba aún por llegar.


El 11 de septiembre de 2001, mientras Basinski se encontraba en la azotea de su apartamento de Brooklyn, inmerso en una de las últimas sesiones de digitalización, ocurrió lo que ya todos sabemos. En este escenario, Basinski tuvo la audacia de fusionar, de casar, la grabación de sus cintas con la filmación de la última hora de luz del día. Con el atardecer neoyorkino, las secuelas de la catástrofe se desvanecían lentamente en el cielo, y el cielo a su vez se desvanecía lentamente en la noche.


Basinski hablando sobre Disintegration Loop y el 11-S

La película resultante, probablemente una de las pocas de la historia del cine que merece asumir de forma casi plena la calificación de ‘improvisada’, está compuesta por un plano fijo captando el humo que se eleva sobre Manhattan al atardecer.


El radical minimalismo y la aparente sencillez formal de Disintegration Loop 1.1. hunde sus raíces en gran parte del cine estructural que tanto proliferó en la escena underground estadounidense y canadiense a partir de los años 60. Grandes ejemplos de esto son Wavelength (Michael Snow, 1967), Zorns Lemma (Hollis Frampton, 1970) y 11 x 14 (James Benning, 1977). Incluso, por la similitud superficial del dispositivo con el que trabajan ambos directores, al tratarse de un único plano fijo, hay quien establece la obvia asociación con Empire (Andy Warhol, 1964).


De izquierda a derecha y de arriba abajo: Wavelength, Zorns Lemma, 11 x 14 y Empire; todas ellas películas claves del cine estructural
De izquierda a derecha y de arriba abajo: Wavelength, Zorns Lemma, 11 x 14 y Empire; todas ellas películas claves del cine estructural

Disintegration Loop 1.1, a pesar de dicho minimalismo formal -o, quizás, precisamente gracias a él- encierra una profundidad emocional y conceptual inmensas, capaz de encontrar belleza y esperanza a pesar de lo trágico de su contexto.


La película da respuesta a la imposible pregunta de cómo representar el horror. No existe estetitización alguna, como suele ocurrir habitualmente cuando Hollywood trata de reconstruir algún evento histórico trágico. Tampoco pretende analizar las causas ni encontrar un motivo. La película no tiene esas pretensiones, y en caso de haberlas tenido probablemente habría supuesto un fracaso tanto ético como estético.


Simplemente asistimos a una observación de los hechos, a una elegía sobre la pérdida, el tiempo y la memoria, que supone algo muy similar a un gran abrazo colectivo. No es una reconstrucción racional del evento, sino una reconstrucción emocional, narrada desde el punto de vista de los vecinos de la ciudad.


Disintegration Loop 1.1 no trata de explicar nada, tan solo muestra y evoca
Disintegration Loop 1.1 no trata de explicar nada, tan solo muestra y evoca

El dolor presente en el corazón de los neoyorkinos no es intangible y abstracto, sino que en la película adquiere una materialidad muy clara. Todo se encuentra encapsulado en ese mar ascendente de humo interminable, símbolo inequívoco de la tragedia.


Pero no es solo el dolor, la esperanza también cuenta con su materialidad. Varios pájaros cruzan el espacio del encuadre a lo largo de toda la película, ajenos al contexto y volando libremente.


Una vez ya adentrados profundamente en la noche, cuando el humo se ha fundido casi por completo con la oscuridad y es prácticamente imposible de vislumbrar, la música de Basinski, como si fuese de la mano con el humo, continúa la estela de este y se desintegra cada vez más, hasta que se desvanece.


En el tramo final de la película, el humo es imposible de visualizar y la música cada vez se encuentra más desintegrada

El aftermath del 11 de septiembre finaliza. Nos quedamos con los vivos, observando desde su azotea. El shock está ahí, continúa presente. Pero en la oscuridad plena de la noche, que augura el advenimiento del día siguiente, casi ya no se ve.


Basinski parece decirnos que sí, hoy es 11 de septiembre de 2001… pero mañana será otro día.

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