Sé que existen lectores de nicho, que nunca abandonan su género (bien por ellos), pero tiendo a pensar que el lector es un ser vibrátil, trémulo, que no se para quieto. Al lector le llegan las mareas irregulares y arrítmicas de la literatura, con toda su cosmología de géneros y subgéneros, modas y hits, clasismos y vanguardias y contra vanguardias, etcétera; y que responde a estos estímulos vibrando como la cuerda de una guitarra.