¿Cuáles son las relaciones entre la danza y el vídeo? ¿Cómo se puede interpretar la idea de movimiento en el vídeo? Estas cuestiones nos hacen replantearnos factores del movimiento como el tiempo, el espacio, la técnica o la tecnología.
La danza y el vídeo han encontrado diálogo desde el momento en el que, evolucionadas las técnicas del vídeo, como se demuestra en uno de los primeros registros realizados por los hermanos Lumière que fue la Danza de la Serpiente de Loie Fuller en el año 1896, donde se conjugan la capacidad de generar ilusión al mismo tiempo que se registra una danza para la posteridad.
Esta idea de registrar algo con el objetivo de que permanezca en el tiempo es comparable con otras invenciones como la imprenta, la pintura, la escultura o incluso, en los orígenes del ser humano, las pinturas rupestres.
Las técnicas anteriores buscaban “dejar huella” de alguna forma, como una necesidad de dejar para la posteridad este tipo de artes.
Hermanos Lumiére, la Danza de la Serpiente de Loie Fuller, 1896.
Sin embargo, diferenciando el registro audiovisual de los otros tipos de técnicas, éste último parece acercarse más al procesamiento de la memoria humana, generadora de imágenes y de sensaciones. Por esto, el vídeo no debe ser visto sólo como un registro de la obra, si no, como una obra en sí misma.
La vídeodanza se propone entonces como una relación simbiótica, donde esta interdisciplinariedad la lleva a convertirse en una nueva disciplina contemporánea, con unas cualidades particulares. Esta ofrece una relación estrecha de la cámara con el cuerpo del bailarín o el objeto que se mueve, el espacio, los otros objetos, el tiempo, el sonido y quien manipula la cámara.
En la actualidad, ha sido imposible ignorar el incremento de esta disciplina en el contexto pandémico. Nos vimos obligados a apreciar las obras desde nuestras pantallas, y por esto, la gran accesibilidad a las obras han generado la sensación de que no importa generar exclusividad cuando ya todo está en la red social. Entonces, ¿qué es lo que hace especial a la vídeodanza en una era en la que impera lo visual?
Este es el propio reto en sí, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que las redes sociales son generadoras de contenido al que poder reaccionar con emociones de asombro, emociones rápidas, fáciles de digerir y también fáciles de olvidar; la vídeodanza, en cambio, se presenta como una disciplina firme, delimitada, no para elitistas, sino para darle lugar y legitimidad.
Así, actualmente, no sólo la danza se abre hacia la perspectiva tecnológica, sino que para las demás artes ahora es casi indispensable su utilización.
En conclusión, la relación del vídeo y la danza nos abre el panorama de la creación, sugiriendo incluso, nuevas conceptualizaciones de cuerpo, de tecnología, de contexto, de espacio y de tiempo a partir de los registros corpóreos y contextuales que actualizamos como sujetos contemporáneos interconectados.
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