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         ISSN 2792-5110

HABLA DE ARTE®

Reconstruir la herida. François Truffaut: mi vida en un guión.

François Truffaut comparaba las películas con trenes, diciendo: “Se mueven como trenes, ¿entiendes? Como trenes en la noche.” Su vida reflejó ese ritmo: veloz e inquebrantable. Tenía 52 años cuando alcanzó abruptamente la estación final de su vida. Unos meses antes, el aclamado director había emprendido un viaje con su viejo confidente Claude de Givray, explorando las profundidades de su pasado familiar. Pero el tiempo no estuvo de su lado, y dejó inconclusa la autobiografía que había imaginado: El guion de mi vida.

© Gamma Rapho


El pasado 17 de octubre se estrenó en exclusiva en Filmin el documental dirigido por David Teboul que trata de reconstruir mediante el cine las grandes preguntas que formaron parte del cine de François Truffaut. Desde su profunda herida familiar, hasta la creación de su propia familia; la del cine. Una historia de búsqueda personal que terminó siendo parte de la Historia del Cine y a la que hemos tenido acceso, gracias a Filmin, para esta crítica.


David Teboul, director del film. © Eva Albarran
David Teboul, director del film. © Eva Albarran

El cine puede funcionar como espejo y como confesionario. A través de archivos, fragmentos de filmes y testimonios, el documental se sumerge en los momentos decisivos de la obra del director francés que, según el relato, funcionan como estaciones emotivas donde Truffaut intenta poner en imágenes las grandes preguntas de su vida.

 

El primer acto del documental se centra en Los 400 golpes. La primera gran obra. Aquí la película y la biografía se vuelven inseparables: el joven Antoine Doinel aparece como alter ego de Truffaut, y el filme funcionó como un ajuste de cuentas con la infancia a la que se había enfrentado. El documental utiliza extractos de la película, fotografías y cartas para subrayar cuánto hubo de experiencia personal en ese retrato de abandono y desarraigo.

 

Más que ofrecer una cronología, el montaje insiste en la idea de que Los 400 golpes no fue solo una obra maestra estética, sino un gesto público que expuso heridas privadas —incluida la dolorosa ruptura con su padre, que el documental relata a partir de la correspondencia y de los testimonios—. Esa elección narrativa funciona: convierte la confrontación familiar en motor dramático y explica por qué encendió reacciones tan rotundas, aunque en la carta del director negase su carácter autobiográfico, extendiéndose a la experiencia de la infancia en general.


Fotograma de Los 400 golpes, 1459
Fotograma de Los 400 golpes, 1459

Jules et Jim, concentra la evolución temática de Truffaut hacia la pregunta del amor. Después de curar su herida de infancia el director formó su propia familia - se casó y tuvo dos hijas  - y explora ahora las formas complejas de la pasión. Este fue uno de los temas principales de la Nouvelle Vague, siempre desde una óptica muy particular - o poco ortodoxa -. El montaje presta especial atención a cómo pese su aparente ligereza consigue condensar una concepción trágica del vínculo amoroso: amar es aceptar la imposibilidad de poseer.

 

Truffaut filma la volatilidad de los sentimientos como si fuera la única forma honesta de hablar del amor. Añade el documental una escena muy interesante de la película en la que el director pone en boca de Catherine una canción, en apariencia alegre, cuyo tema es la infidelidad - con la música de la mano de Georges Delerue -, rodeada de los hombres con los que mantiene relaciones paralelas, añadiendo capas de significado que van más allá de diálogos e imágenes. Y su relevancia ha conseguido que aún hoy sea un referente fílmico de lo que es un triangulo amoroso.

 

Fotograma de Jules et Jim, 1962
Fotograma de Jules et Jim, 1962

La tercera estación es La noche americana, donde el cine mismo se convierte en tema y se presenta como refugio. El documental sugiere que, tras la catarsis autobiográfica y la investigación del amor, Truffaut llega a una etapa que celebra la comunidad del cine y acepta sus contradicciones.

 

Después de sus conflictos con la familia encuentra otro hogar; la familia que construye en el cine, sin olvidar tampoco a sus hijas que siguieron formando parte de él aunque fuera en la distancia entre París y Hollywood. Aquí se lee al director más autorreflexivo: el rodaje dentro del rodaje es una metáfora de su reconciliación con la profesión y con la idea de la ficción como modo de vida.

 

El documental acierta cuando mezcla material de archivo con reflexiones contemporáneas: las imágenes de rodaje, las entrevistas antiguas y la lectura de cartas crean una textura emotiva que permite comprender cómo la obra de Truffaut dialoga con su biografía, en ocasiones permitiéndose entremezclarse.


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La película no se limita a celebrar la figura del cineasta, sino que invita a reconsiderar el cine como una autobiografía intelectual; en la que reflexiona y se cuestiona continuamente. En la mirada de Truffaut, el autor no filma lo que sabe, sino lo que necesita comprender y el cine es el resultado de nuestras preguntas.

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