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Los límites de la pintura y la poesía. El Laocoonte

Tan pronto fuerzan a la poesía a entrar en los estrechos límites de la pintura, como dejan ocupar a la pintura la vasta esfera de la poesía. Lo que no tiene claro es que ambas comparten los mismos derechos. Podemos considerar la poesía como un cuadro parlante y a la pintura como poesía muda



A finales de dos mil veinte comencé a buscar un libro que hablara sobre la pintura (o las artes pictóricas) y la poesía. Tras una extensa búsqueda, encontré Laocoonte de Lessing, un libro que trata la problemática que supone separar la pintura de la poesía y viceversa.


Leí la edición de Orbis y me propuse hablar sobre ella con mi amigo, el artista Carlos Pasarón. En vez de haber conversado con él, me pareció oportuno redactar por escrito mis observaciones y que estas llegaran a un mayor público.


Podríamos definir a Lessing como un escritor, pensador, teórico o crítico por sus numerosas y variadas obras.


Los temas que ha tratado se resumen en la filosofía de la religión, la critica literaria, la poesía, el drama, textos de bellas artes y la teoría estética.


El Laocoonte es un ensayo que trata la cuestión de la unidad de las artes, y pone a disposición del lector diferentes puntos de vista y comparaciones entre artistas y poetas, para así hacer que forme su propia opinión al respecto.


Este libro nació fortuitamente. Es un compendio de escritos desordenados, una colección desordenada de apuntes. El propio Lessing nos hace saber esto justo al comienzo de su ensayo.




Seguro que os suena, aunque sea de oídas, el nombre del Laocoonte.

Laocoonte fue un sacerdote troyano al que, junto a sus hijos, atacaron unas serpientes venenosas enviadas por la desconfianza que mostró ante el regalo del caballo de Troya.

Este hecho fue representado en forma de conjunto escultórico por los escultores Agesandro, Polidoro y Atenodoro de la escuela de Rodas. Hablamos del siglo I d.C.

El Laocoonte se usa como ejemplo para abordar los límites de la pintura y la poesía, límites suprimidos a lo largo de la historia. Se discutirá la superioridad de una u otra.


Tan pronto fuerzan a la poesía a entrar en los estrechos límites de la pintura, como dejan ocupar a la pintura la vasta esfera de la poesía. Lo que no tiene claro es que ambas comparten los mismos derechos. Podemos considerar la poesía como un cuadro parlante y a la pintura como poesía muda.


Lessing combate esas ideas y nos habla de la escultura griega de noble sencillez. Menciona que los gritos que derivan del dolor físico denotan un alma grande. Así mismo, los seres que gritan de dolor no son inferiores a otros, sino que poseen un alma más grande.


Tras haber afirmado esto, se nos plantea un problema, en el conjunto escultórico del Laocoonte no encontramos la acción de un grito terrible. Sin embargo, el poeta Virgilio, describió en sus escritos un Laocoonte gimiendo de dolor.


Si viajamos atrás en el tiempo y comprobamos la tradición griega, descubriremos que los escultores reducían los gritos en las esculturas.


Este hecho se debía a que la acción de gritar para ellos representaba la bajeza del alma. Desfiguraba el rostro, y los griegos siempre intentaban representar el más alto nivel de belleza. Por ello encontramos al Laocoonte con una simple abertura de boca. Sin violencia, sin fealdad.


La cólera en el arte griego se representaba con una severidad atenuada. El dolor no hubiera mostrado la dignidad propia del sacerdote. Dignidad que conserva en el dolor más profundo. Solo la imaginación puede oírlo gritar.


La poesía expresa todos los violentos sentimientos que siente y sería un complemento esencial para la escultura. El poeta encuentra el exterior de la belleza física como un medio de expresión pobre, necesita otros medios para hacer más interesantes a sus personajes.


Virgilio hizo gritar al Laocoonte, mientras que los escultores solo le hicieron suspirar. La descripción de Virgilio les sirvió de modelo para poder realizar la escultura. Aún así, hay diferencias radicales entre el escrito y el conjunto escultórico.


Si la escultura hubiera sido anterior al poema, Virgilio hubiera sido limitado por los escultores. No hubiera tenido sentido que el poeta se hubiera alejado tanto de la representación escultórica.



Fragmento de la Eneida



Son dos artes estrechamente unidas, pero la poesía es la más amplia de las dos.

Homero creó dos tipos distintos de personajes y de acciones: las visibles y las invisibles. La pintura no podía adaptar esa diferencia. En ella todo ha de ser visible.


Las partituras de Haendel están llenas de pinturas musicales que no pueden ser representadas pictóricamente. La poesía domina el tiempo (está formada por sonidos articulados) y la pintura el espacio.


Con esto se llega a la conclusión de que en la misma proporción que la vida es superior a la imagen, el poeta es superior al pintor.


Según mi opinión, nada es bueno en una descripción poética si no se puede trasladar de un modo adecuado a un cuadro. Ut pictura poesis, “como la pintura así es la poesía"



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