¿Sabías que Leonardo fue testigo de uno de los triangulos amorosos más famosos de la italia del s. XV? Pasiones que sirvieron de fuente de inspiración para varias de sus obras y cuyos protagonistas han quedado reflejados en algunos de sus retratos más famosos.
Cecilia Gallerani fue la amante favorita de Ludovico Sforza, "Il moro", uno de los personajes más poderosos de la italia del siglo XV, Duque de Milán. Ambos gozaban de una muy buena amistad con el pintor, al que incluyeron en sus numerosas tertulias intelectuales en repetidas ocasiones y a quien financiaron gran parte de su obra. Todas estas circunstancias fueron clave para la posición de leonardo "de por medio" en las tramas amorosas de la pareja, que más tarde se verían reflejadas en algunas de sus obras más famosas, como te hablo a continuación.
En la Milán de mediados del siglo XV, era conocida y más que deseada, la belleza de la joven Cecilia, un atractivo que traspasaba los límites físicos, un encanto que cautivaba fácilmente a todas las mentes de la época. Poseía, además, varias habilidades, todas ellas en estrecha relación con el mundo artistico. Cantaba, escribía e incluso componía música. No era de extrañar que pronto atrajese la atención de los grandes intelectuales del momento, entre ellos, la de Ludovico. Cecilia tenía tan solo 17 años cuando abandonó a su familia y se retiró a vivir en compañía de su gran amor, con el que tuvo un hijo, muy querido, César Sforza, que murió Jóven. Pero, ¿Cómo era Cecilia? ¿Era cierta la belleza de la que tanto se hablaba? y si fue así, ¿Cuál fue el famoso retrato del pintor?
"La Dama del Armiño", uno de los retratos más conocidos del pintor, es uno de los pocos testimonios pictóricos que reflejan la belleza de Cecilia Gallerani, y desde luego, el más conocido de ellos. Evidentemente, la hermosura de la muchacha , descrita y comparada en alguna ocasión con la de una bella flor, se pone de manifiesto en esta pintura, una obra realmente alabada en la corte, como leemos en el siguiente fragmento de un poema escrito por Bernardo Bellincioni, poeta en la corte de Ludovico en 1490:
¿A QUIÉN GUARDAS RENCOR, A QUIÉN ENVIDIAS, NATURALEZA? ¡A DA VINCI, QUE PINTÓ UNA DE TUS ESTRELLAS! CECILIA, TAN BELLA HOY ES AQUELLA FRENTE A CUYOS OJOS EL SOL PARECE SOMBRA OSCURA. TUYO ES EL HONOR, AUN CUANDO SU PINTURA NOS DÉ A ENTENDER QUE ESCUCHA, Y NO HABLA
Y es que, realmente, la Dama nos escucha, pero no nos quiere hablar. Nos vuelve la mirada, nos ignora, y así lo hace también el armiño al que con tanta delicadeza acaricia. Pero es su sonrisa, su expresión, tan dulce e inocente, la que nos engaña, casi nos obliga a perdonarla. Y me da la impresión de que con ese rostro, conseguiría todo lo que quisiese. Pero la pobre Cecilia no corrió tan buena fortuna como lo ideal de esta figura nos quiere hacer ver, vivía atada a los deseos de un Ludovico caprichoso e interesado, un Ludovico que siempre le fue infiel, pues él amaba a Beatrice d’Este, quien fuera su única esposa, una jóven también culta y otra gran mecenas del renacimiento italiano, que al final acabaría desterrando a Cecilia del palacio Sforza, lo que quizás marcó un nuevo comienzo en la vida de ambas. Volviendo al retrato, son muchas las alusiones que encontramos en él a la condición y el papel que jugaba Cecilia Gallerani en la vida de Sforza. Alusiones que casi con ironía fueron representadas mediante elementos de la vestimenta de la jóven o mediante la presencia del propio armiño, blanco, representando una pureza casi burlesca, y también como símbolo y emblema de Ludovico, animal al que curiosamente, la modelo dedica unas caricias, claras referencias a sus encuentros sexuales. Los adornos del rostro de la joven sobre las cejas, así como la cinta que rodea su cabeza o el collar, nos hablan de su sometimiento a la relación, atándola. No hubo nunca otro retrato similar a este, y sólo superado por unos pocos. Más tarde, Leonardo pintaría "La Belle Ferroniere", retrato de una dama que en varias ocasiones se ha querido identificar con una, ya madura, Cecilia Gallerani. Una pintura de una pasión, una mirada y un ímpetu realmente avasallantes.
Finalmente, tras su destierro, Cecilia abandonó Milán ya terminó por casarse con un importante Conde, con el que tuviera cuatro hijos. Su imagen y su retrato han dado la vuelta al mundo, no solo de forma figurada, si no literal, ya que, entre otras curiosidades, "La Dama del Armiño" fue robada y casi perdida por las tropas Nazis en 1940, con el objetivo de formar pate de un futuro museo para deleite propio de Adolf Hitler en Linz, junto con otras muchas obras de arte de autores como Rafael o Rembrant, que finalmente serían recuperadas y restauradas.
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