Con Youth, Sorrentino no solo plantea un viaje introspectivo sobre lo que hacemos de nuestra vida, sino que nos invita a contemplar el mundo desde la pausa, desde la calma, desde un tiempo diferente a ese que nos consume día a día.
Fotograma de Youth, de Paolo Sorrentino, 2015
Nunca un retrato de la vejez, el paso del tiempo y el encuentro generacional había sido tan poético.
Muchos habrán oído hablar de la “Gran belleza” película celebrada por muchos y aclamada por otros tantos. Pero menos conocida, y sin embargo no de menor calidad, es el siguiente largometraje del cineasta italiano Paolo Sorrentino “Youth”.
Con “Youth” Sorrentino no solo plantea un viaje introspectivo sobre lo que hacemos de nuestra vida, sino que nos invita a contemplar el mundo desde la pausa, desde la calma, desde un tiempo diferente a ese que nos consume día a día. Nos invita a evitar el frenetismo, a reflexionar sobre el tiempo, lo preciado del mismo a través de la mirada de diferentes generaciones.
Una mirada que si bien parece anclarse en el personaje de Fred Ballinger - interpretado por un magnífico Michael Caine - se expande y permite la inserción de la perspectiva de otros personajes, en un intento de comprender aquello que, por mucho que se haya vivido, sigue pareciendo imposible de entender.
La angustia de su hija (Rachel Weisz) por la tortuosa relación de sus padres o la tácita realización de la vejez por parte de su compañero (Harvey Keitel) contribuyen a hacer de “Youth” una película ni con un único personaje principal ni coral, sino una película que híbrida ambas fórmulas permitiendo reflejar justamente la complejidad de la vida y los dilemas que nos atraviesan en cada una de las etapas de la misma.
La pareja de actores Harvey Keitel y Michael Cane, Youth, de Paolo Sorrentino, 2015
La fluidez de los movimientos de cámara, extravagantes unas veces, inesperados en otras, junto a la música, siempre omnipresente - clásica, barroca, moderna, contrasta con el estatismo de algunos otros. Planos donde la geometría, la rigidez y la inmovilidad gobiernan no solo a los personajes sino al propio espectador.
Así el director nos sumerge en el mundo lleno de contradicciones e incongruencias de unos personajes que mientras afrontan el paso del tiempo se preguntan por el sentido de la vida, de su vida, por el valor de la misma.
Actores atormentados por la falta de inspiración, estrellas de fútbol consumidas por su propia fama, guionistas enquistados con sus propios miedo e inseguridades, directores - de orquesta y de películas - que buscan reconciliarse con su vacío existencial, que cuestionan su pasado, su presente y lo que les queda de futuro. Personajes todos ellos que se refugian en la búsqueda de un tiempo mejor, en el anhelo de un pasado más reconfortante que les ayude hacer frente al imparable avance del tiempo.
Porque si algo nos ofrece el filme, es, sin duda, una muy necesaria reflexión sobre el paso del tiempo, la velocidad a la que vivimos hoy en día, sobre el placer de disfrutar de las pausas, de los contrastes y encuentros entre generaciones, la importancia y riqueza de estos. Así “Youth”, no habla solamente de la juventud, sino del poder de mantenerse joven ante la vejez y de disfrutar de la misma manera las nuevas etapas de la vida.
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