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Cadáver Exquisito: ¿Canibalismo o la realidad de la industria cárnica?

Alicia Rodríguez Carnerero. Colaborador

Agustina Bazterrica nos presenta un futuro distópico en el que un virus ha impedido el consumo de carne animal, un hecho que lejos de llevarnos a una sociedad completamente vegana nos convierte en una legal e institucionalmente caníbal.


Fragmento de la portada de Cadáver Exquisito, de Agustina Bazterrica



Actualmente, pensar en una sociedad en la que no se consuma carne parece prácticamente imposible, y a la vista está que todas aquellas personas que rechazan el consumo de carne son, y siempre han sido, miradas con extrañeza. Por ello, la historia que nos plantea Agustina Bazterrica, si bien es realmente truculenta, no hace más que mostrarnos la realidad de nuestro mundo y la importancia que le damos al consumo de carne. Así pues, con la imposibilidad de comer carne animal, la decisión que se toma es la de trasladar todo el proceso previo y de consumo animal (desde la cría, pasando por la caza y la matanza, hasta la venta) al uso y consumo de la carne humana; dando lugar a la distinción entre humanos que comen y humanos que son comidos.


Pero Cadáver exquisito va más allá del canibalismo y lo que este implica, pues también nos muestra la importancia que tienen el lenguaje y las palabras en nuestra identidad como personas y su uso para controlar a una sociedad. Por ello, Marcos, nuestro protagonista, se pasa toda la novela pensando y analizando las palabras y el uso que se hace de ellas. Y es que, en este mundo distópico, lo que se dice y cómo se dice es clave para sobrevivir, pues la legalización del canibalismo ha llevado a la prohibición e imposición de ciertas palabras, así pues: los humanos criados para consumo son denominados «cabezas» y la carne humana es «carne especial», mientras que palabras como asesinato o carne humana están totalmente prohibidas para hacer referencia a la industria cárnica del momento. Con ello, la autora demuestra cómo las palabras y el uso que hacemos de ellas pueden servir tanto para la ocultación de la verdad, como para mostrar la más fiel y cruda realidad. Y muestra de ello es la novela en sí misma que, narrada a través de un lenguaje sencillo, nos presenta perfectamente la crueldad y realidad de la industria cárnica, tanto en la novela como en nuestra realidad.


«Hay palabras que son convenientes, higiénicas. Legales.»

Ahora bien, aunque ya he comentado que el causante de toda esta situación fue un virus, el cual afectó a todos los animales, volviéndolos mortales para los humanos, cabría preguntarnos cómo surgió dicho virus y si no hay solución al respecto. Pero, aunque todo gira alrededor de la existencia del virus y la trama no es más que el conjunto de consecuencias a las que llevó, la realidad es que ni nosotros ni los personajes del libro sabemos casi nada sobre él. Así pues, esta falta de información, causada por el gobierno y los medios de comunicación, se convierte en el tercer punto clave de la novela: ¿el virus es real o fue una invención del gobierno y el poder para acabar con la superpoblación y mantener controlada a la sociedad?


«El ser humano es un ser complejo y a mí me deslumbran las vilezas, contradicciones y sublimidades de nuestra condición. La existencia sería de un gris exasperante si todos fuésemos impolutos.»

En definitiva, Cadáver exquisito es una de las muchas críticas que hay en literatura hacia nuestra sociedad y sistema de consumo, si bien es cierto que la propia autora rechaza la consideración de esta novela como un mero panfleto vegano, pues su intención con la historia fue la de mostrar la realidad desde su punto de vista, quien como vegetariana se ha cuestionado muchas veces el uso y consumo que hacemos de la carne animal. Lo que está claro es que, con su novela, Agustina Bazterrica consigue mantener al lector enganchado a una trama horrible, gráfica y muy truculenta.



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