Caminar entre salas, coloquios y encuentros improvisados permitió comprobar cómo, incluso en un contexto de presupuestos estrechos y producción inestable, el cine mantiene su capacidad para abrir grietas, para desconcertar y, a veces, iluminar. Esta crónica recoge ese trayecto breve pero fértil por un festival que continúa siendo uno de los espacios más vivos para pensar la imagen en movimiento.