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José Fernández Tamames

La razón y la fe

Es evidente que las grandes religiones y las grandes narraciones ideológicas pierden adeptos. Nos falta un gran relato que nos mantenga en el calor de la infancia.


Grabado El sueño de la razón produce monstruos, Francisco de Goya, 1797.


Hace unos días conocí a una intelectual empeñada en armonizar fe y razón. He conocido a cientos como ella, un ejército, durante toda mi vida. Me da mucha pereza escucharlos. Hace unas décadas algunos sí que tenían algún deseo honesto de escuchar y de dialogar desde la fe. Ahora han vuelto a poner su esperanza en llegar al poder político y aburre tanta amenaza.


Siempre he defendido la necesidad de humanizar las ciencias y de que las humanidades comprendan la ciencia y la tecnología. Me refiero siempre a la parte práctica, real, necesaria, para encontrar respuestas a un mundo en el que podemos, por primera vez, responder en toda la complejidad que manifiesta. Es mi cara optimista y esperanzada. Pero no dejo, a la vez, de sufrir los zarpazos de la miseria moral de muchos y de la mediocridad intelectual de otros tantos. Pero hay otra parte de todo este problema que es ideológico, violento, que alimenta lo peor del totalitarismo, a la peor teocracia y la militancia fanática, sectaria, de millones de personas. Es la peor parte de esta dialéctica entre ciencias y humanidades detrás de la fe en una religión o en una ideología. Mentar a Ala, por ejemplo, es hacerse con una sentencia de muerte y cualquier acomplejado podrá ejecutar cuando su miseria moral se lo dicte.


Es evidente que las grandes religiones y las grandes narraciones ideológicas pierden adeptos. Nos falta un gran relato que nos mantenga en el calor de la infancia. Nos falta saber quién es el malo y el bueno, cuáles son las herramientas, las estrategias y las tácticas para hacer desaparecer el mal y poder soñar en una promesa de un futuro dónde yo, y todos los demás a la vez, seamos felices para siempre. Para siempre.


Esta pensadora que conocí hace unos días, volvió a condenar la ciencia y a explicarme cómo impide a la filosofía y a la teología el ser ciencia. Insiste en que la ciencia no es capaz de entender a la filosofía, a la ética y a la teología como rectoras de las ciencias, que deben dejarse gobernar. Y este discurso llega desde todas las religiones e ideologías. Desde los talibanes, hasta muchos protestantes norteamericanos, pasando por Irán, la extrema derecha en Europa o el populismo de Bolsorano en Brasil y no pocos populismos que dicen ser de izquierdas.


Por poner algunos ejemplos actuales de hasta dónde hemos llegado, se me ocurre traer esta larga cita[1]:


· Política climática: el consenso científico sobre el cambio climático antropogénico en curso no deja lugar a dudas razonables. Lo que han de tomar decisiones y el público deben saber cómo distinguir entre la ciencia climática competente y la desinformación sobre el clima que imita a la ciencia.


· Políticas medioambientales: para estar seguro frente a posibles desastres, puede ser legítimo tomar medidas preventivas cuando existen pruebas válidas, pero aún insuficientes sobre un peligro medioambiental. Esto debe distinguirse de tomar medidas contra un presunto peligro para el cual no hay evidencia válida en términos absolutos. La Gestión de Riesgos debate entre la probabilidad, sin evidencias de que sea muy alta, con el impacto, tan elevado que exige tomarlo en consideración para que los tomadores de decisiones en política ambientales sean capaces de distinguir entre afirmaciones científicas y pseudocientíficas.


· Cuidado de la salud: la ciencia médica desarrolla y evalúa los tratamientos de acuerdo con la evidencia de su eficacia y seguridad. Las actividades pseudocientíficas en esta área dan lugar a intervenciones ineficaces ya veces peligrosas. Los proveedores de atención médica, las aseguradoras, las autoridades gubernamentales y, lo que es más importante, los pacientes necesitan orientación sobre cómo distinguir entre la ciencia médica y la pseudociencia médica.


· Testimonio de expertos y peritos: es esencial para el estado de derecho que los tribunales aclaren los hechos. La confiabilidad de los diferentes tipos de evidencia debe determinarse correctamente y el testimonio de expertos debe basarse en el mejor conocimiento disponible. A veces, a los litigantes les interesa presentar afirmaciones no científicas como ciencia sólida. Por lo tanto, los tribunales deben poder distinguir entre ciencia y pseudociencia. Los filósofos a menudo han tenido un papel destacado en la defensa de la ciencia contra la pseudociencia en tales contextos.


· Educación científica: Los promotores de algunas pseudociencias (en particular el creacionismo) intentan introducir sus enseñanzas en los programas escolares. Los maestros y las autoridades escolares deben tener criterios claros de inclusión que protejan a los estudiantes contra enseñanzas poco confiables y refutadas.


· Periodismo: La comprensión pública de temas como el cambio climático y la vacunación se ha visto obstaculizada considerablemente por campañas organizadas que lograron que los medios presentaran puntos de vista que habían sido completamente refutados en la ciencia como puntos de vista científicos ilegítimos. Los medios necesitan herramientas y prácticas para distinguir entre controversias científicas legítimas e intentos de vender afirmaciones pseudocientíficas como ciencia.


Son sólo algunos ejemplos. Mi nueva conocida, esta pensadora, me lo pinto aún más tenebroso. Me condeno por ser globalistas, admirador de judíos y masones, criptocomunista y, lo más triste, somos los peores amigos, padres, hermanos, esposos. Todo mal. Somos enemigos de la cultura de occidente, cristiana, profundamente cristiana o de la clase desheredada.


Mientras hablaba, recordé a otro conocido que va más allá. Es protestante pero no recuerdo al cual de las confesiones americanas pertenece. Para él, y los suyos, el Reino de Dios se ha establecido en Estados Unidos, el espíritu de los primeros colonos, la economía de mercado y la existencia de dos clases sociales, ser o no millonario, es la organización social suficiente, es el deseo de Dios para la Humanidad. Hay que extender el Reino de Dios por el mundo. A condición, tendrás que aceptar que, toda enfermedad mental es posesión diabólica y la sicología una ciencia del Maligno, que la Biblia es la rectora de la Ciencia y de la Tecnología, lo que supone abandonar los ceros en la edad del Universo y estar convencidos de que Dios puede crear todo lo que vemos en 7 días, o que es imposible curar enfermedades si eso lleva a tener que tratar con la sangre de otros.


Fe, de Guillermo Vuljeva


No nos basta con el gran relato del Big Bang, lo que sabemos de la física o de la química, de la biología, de cada ciencia. Son explicaciones abiertas, en discusión, pendientes de cada avance y refutación. Esa inseguridad no les convence. Quieren hechos contundentes, que despejen toda incertidumbre en nuestro futuro, echan de menos el orden, la limpieza, la tranquilidad, pero, sobre todo, la omnipotencia del niño, donde todo deseo se hace realidad, gracias a los padres. Padres, un padre.


En esto se cifra la separación entre ciencias y humanidades en el día a día: una peste que divide a las sociedades, que precariza la vida, el trabajo, las relaciones de familia, las amistades y la calidad de vida, en general. Ayer como hoy, esas humanidades, no son más que la excusa de unos parásitos sociales para hacerse cargo de la tremenda y dolorosa realidad de avanzar en el conocimiento real de forma lenta y llena de voluntad, frustración, esperanza y alegría en los pocos avances que se vayan dando. Parásitos que, si llega el caso, salen corriendo de casa para que un médico o un experto, solucionen un problema de salud de sus hijos o encuentren la solución a un problema profesional que les acucia. Parásitos, porque no se puede condenar a quién deja su vida en que avance el conocimiento y, a la vez, sacarlo de la mazmorra cada vez que lo necesites. Vivimos tiempos tenebrosos dónde estos fanáticos sólo verán la violencia como atajo, otra vez, si no somos capaces de convencerles de lo equivocados que están.

[1]Science and Pseudo-Science, Stanford Encyclopedia of Philosophy, https://plato.stanford.edu/archives/fall2021/entries/pseudo-science consultado el 12 agosto del 2022

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