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Carolina Bueno Gamero

Enamorarse de un espejismo seco

Enamorarse de un espejismo seco es acaso enamorarse. Es pender de una ficción...

Mujeres en el aseo, Leo Gestel, 1901


Pararlo, nadie nos enseñó a hacerlo.

Nos estiramos hacia el regazo del otro

y quién sabe si atinamos.


Hay gozo en el dolor de estar equivocados

pero si preguntan,

diles que jugábamos.

Jugamos con regocijo

hasta que la boca nos supo a barro,

a castillo de arena,

a mentira sostenida con cuerdas y palos.


Por piedad, despídeme en silencio

aunque la sabiduría del miedo

nos quepa en un último beso al aire.

Acude, pronto,

desdibújame las coordenadas.

Dime adiós con la mano y cierra.


¿Qué será de mí

cuando hasta las horas tengan rostro y brazos?

No te enseñaron.

No supe hacerlo tampoco.

Nos estiramos hacia un punto en el mapa

y tropiezo sobre otro,

deliramos.


Enamorarse de un espejismo seco

es acaso enamorarse.

Es pender de una ficción

que en los labios,

ya hueca y estéril,

no deja de saber a ilusión.

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